domingo, 6 de marzo de 2016

El hemiciclo



         Estoy triste porque ningún político, esos del debate, ha nombrado a María Zambrano y su libro Persona y democracia. La historia sacrificial. Estoy triste porque en este momento no me sirven la guasa irónica de Rajoy ni la agresividad verbal de Pablo Iglesias ni las buenas maneras pero la carencia de profundidad de Albert Rivera ni la ausencia de imaginación de Pedro Sánchez. Estoy triste porque le han faltado el respeto a la palabra y el hemiciclo se ha convertido en un escenario efectista y las televisiones nos han agotado con la retransmisión de lo mismo una y otra vez.

         Y dice María Zambrano que “el orden de una sociedad democrática está más cerca del orden musical que del orden arquitectónico.” Y yo sólo he visto salidas de tono, más ocurrencias que pensamiento ordenado y pocos deseos de “armonizar las diferencias”. No hay voluntad, “buena voluntad” que diría el filósofo Immanuel Kant y, mientras tanto, en las residencias de ancianos, los abuelos no pueden ver la telenovela porque les han roto su rutina diaria para dar paso a la nada, al discurso hueco disfrazado de falsa dignidad. Señorías, los abuelos y abuelas están inquietos.

         Y estoy triste porque como diría María Zambrano en Pensamiento y poesía en la vida española “Es el tiempo del desamparo, del triste desamparo humano de quien no siente su cabeza cubierta por un firmamento organizado. Tan sólo cúpulas, las falsas cúpulas de la impostura”. Y perdonen que la cite tanto, y es que ya está bien de Winston Churchill y de Maquiavelo. Y es que nuestros diputados no son nada ideistas ni se dan cuenta de que España es un canastito de chucherías que con ná se resfría.

         ¡Ay! ¿Qué vamos a hacer con estos señores? Porque son casi todos señores los que hablan poniendo perfil de estatua romana, estatua no de piedra sino de escayola. ¿Es que no se dan cuenta de que nosotras, los habitantes de a pie, estamos todos el día conviviendo y deseando convivir? ¿Es que no perciben que fuera de su teatrillo de malas maneras deseamos fervientemente que se riegue la raíz profunda del sosiego? Por favor, dejen ya atrás los consejos de sus asesores, dejen que nazcan las palabras mestizas y puras y conviertan ese centro indefinido de egotismos en un Claro del bosque que huela, por fin, a  la hibridez de la toronja.