De
hacerse los tontos nos llevará lejos hasta aquí me invento yo una noticia y
veremos las cosas con la nitidez de la
neo-ética. De esto viene de lejos hasta, al fin y al cabo, no somos los
primeros que ya se sabe de nuestra historia picaresca. De por qué ahora sale
todo esto hasta, de nuevo, estamos en verano y la gente no se entera de nada,
solo piensa en beber y tomar el sol. De estos polvos y estos acuerdos hasta nos
acabamos de enterar de lo que pasa en el país, en sus altas instituciones y sus
grandes poderíos, llega ahora la basura de las grabaciones entre el periodista Ferreras y el comisario Villarejo.
Y no se puede sentir sino tristeza
de tanta mancha y de tanto intervencionismo y tanto moler deshonestidad sobre
este mapa que todo lo aguanta. Y ahora, además, no es tan grave porque los ítems
de la gravedad los pone la gente que puede. Así de oscura es la aventura, así
de triste.
Mientras pasan por televisión
partidos de tenis interminables y su definición de héroe, músicas bum-bum hasta el delirio,
guerras que se enquistan y emigrantes a los que no reconocemos. Y las verbenas,
las macro-verbenas celebran la animalidad del hombre y la posibilidad de
sustancias enajenantes. Así entramos en la calor profunda como una profecía
dicha con la voz hueca que no quisieron escuchar. Así se cortan árboles, se
encera la vida con cemento y duro corazón y fragmentos de dimes y diretes que
llaman entrevista.
El espectáculo está servido y el
pueblo ni se entera, que tiene que llegar a fin de mes como sea, trabajando el
que puede y sin quejarse, porque eso de los sindicatos ha dejado de estar de
moda. Nos gobiernan los de siempre sin gobernarnos, sin necesidad de levantar
la voz ni henchir el pecho ni, mucho menos, apreciar una composición lógica que
nos convenza: Si tienes dinero te darán beca. Ese es el principio de la
irracionalidad, no olvidemos que el principio de la tragedia es la catarsis, ¿de
verdad la necesitamos? ¿Para cuándo la rectificación sencilla, la dimisión a
tiempo y la justa medida?
¿Para cuándo la vegetación
constante, la salida de la oratoria de rabo y machirulo, el vencimiento del
prestigio que da el dinero? ¿Para cuándo se darán por aludidos los que siembran
la sospecha y la idea absurda de que la política tiene que ser un laberinto
guardado por el inmenso toro sangrante de la arrogancia? ¿Hasta cuándo este martirio? ¿Por qué hoy?