sábado, 8 de diciembre de 2018

El fácil camino de la ira




Hemos ido de la inmadurez a la dureza sin pasar por el parlamentarismo constructivo. Yo en estos días estoy leyendo a Ursula K. Le Guin y pensando en la desmesura. También me han entrado unas ganas inmensas de repetir mil veces y mil más: “Soy lesbiana, soy lesbiana, soy lesbiana”, como si fuera una jaculatoria.

         Ha llegado el tiempo de la amabilidad y la inteligencia, el momento de reconocer que lo que importa es la escucha. Durante demasiados años las televisiones han estado sembrando en los solares del vocerío, a los partidos políticos les han podido las ganas de ser únicos e irresponsables. Y aquí tenemos ahora la gran labor de la convivencia.

         El otro día iba en tren y se subieron unos clientes que se quejaron, con airada frustración, porque en sus asientos no tenían enchufes para cargar las baterías de sus móviles, me metí dulcemente donde no me llamaban y les dije que si les parecía tirábamos el tren. Hemos llegado a un grado de caprichismo que dudo de la entereza de quienes prefieren llamarse consumidores antes que otros nombres que impliquen cierta ligazón con el mundo de las ideas. Más que nunca hemos de cultivar los gestos para no perder la elegancia del buenos días y el buenas tardes que son, al fin y al cabo, el reconocimiento más cercano de los derechos de la humanidad. Más que nunca debemos estrechar los vínculos y desterrar la grosería, en última instancia sólo somos hombres y mujeres que pretenden la felicidad.

         Llegan fechas de luces y aturdimiento, hay gentes a las que les causa placer hacer infelices a sus congéneres, pequeños troles de las insatisfacciones perpetuas, esos que se divierten sacándote de tus casillas, pues bien, nada les molesta más que verse solos transitando por el fácil camino de la ira. Dejémosles que se retraten. Por otra parte esperamos la mayor de las delicadezas por parte de los líderes: el saber que da conocerse a sí mismos y que no echen mano de las mujeres cuando quieren que les saquen las castañas del fuego. Y por si queda alguna duda: “Soy lesbiana, soy lesbiana, soy lesbiana.”