sábado, 13 de julio de 2019

Aguafiestas




Cuando doy algún taller de escritura creativa o hablo en general de literatura siempre sale el tema del silencio. Entonces recuerdo aquella cita de Paul Celan que le sirve a Dulce Chacón para enmarcar su novela La voz dormida: “En vano dibujas corazones en la ventana: / el caudillo del silencio / abajo, en el patio del castillo, alista soldados.”

         Después recurro al libro de Inés Bustos Sánchez Trastornos de la voz en la edad escolar y miramos detenidamente los dibujos sobre posturas corporales y su influencia en el ejercicio del hablar.

         Más tarde propongo la lectura de la primera página de La lengua absuelta de Elias Canetti y reflexionamos sobre el doloroso sentir de la mudez obligada.

         Una vez que se tienen claras las exigencias del silencio político, educativo y familiar les explico a los participantes qué es un troll.

         Un troll es una figura monstruosa del folclore escandinavo, esta palabra la han acogido los internautas para señalar a aquellos que disfrutan engendrando incómodas emociones en los demás, alguien que provoca malestar, incita a la pelea, se hace la falsa víctima, procura dejarte mal sabor de boca. Vaya, lo que en español viene siendo un aguafiestas.

         Hay que alejarse de ese tipo de gentes, no se puede pactar ni establecer lazos de amistad con ellos pues lo único que quieren es desgarrarte por dentro, estrujarte las tripas, cosificarte, y llenarse con la ira de una victoria espuria. Son egocéntricos a no poder más e irrespetuosos con los progresos conseguidos por el esfuerzo general de mujeres y hombres que saben lo que es estar educados cívicamente.

         Ellos andan del Norte al Sur, del Este al Oeste jugando zafiamente a ser más inteligentes que nadie, jugando a engañar a todos, riéndose de la historia, de las fosas comunes y de la lucha LGTBIQ.

         Un troll es alguien que cuenta chistes que sólo hace gracia a sí mismo, que no sabe compartir la risa clara y colaborativa. Y nosotras únicamente queremos recibir cartas escritas desde la honestidad de un corazón diverso que no esté dispuesto a convertir a las mujeres en vientres de alquiler, en hornos para sus caprichos.