Cuando
doy algún taller de escritura creativa o hablo en general de literatura siempre
sale el tema del silencio. Entonces recuerdo aquella cita de Paul Celan que le
sirve a Dulce Chacón para enmarcar su novela La voz dormida: “En vano dibujas corazones en la ventana: / el
caudillo del silencio / abajo, en el patio del castillo, alista soldados.”
Después recurro al libro de Inés Bustos
Sánchez Trastornos de la voz en la edad
escolar y miramos detenidamente los dibujos sobre posturas corporales y su
influencia en el ejercicio del hablar.
Más tarde propongo la lectura de la
primera página de La lengua absuelta
de Elias Canetti y reflexionamos sobre el doloroso sentir de la mudez obligada.
Una vez que se tienen claras las
exigencias del silencio político, educativo y familiar les explico a los
participantes qué es un troll.
Un troll es una figura monstruosa del
folclore escandinavo, esta palabra la han acogido los internautas para señalar a aquellos
que disfrutan engendrando incómodas emociones en los demás, alguien que provoca
malestar, incita a la pelea, se hace la falsa víctima, procura dejarte mal
sabor de boca. Vaya, lo que en español viene siendo un aguafiestas.
Hay que alejarse de ese tipo de gentes,
no se puede pactar ni establecer lazos de amistad con ellos pues lo único que quieren es
desgarrarte por dentro, estrujarte las tripas, cosificarte, y llenarse con la
ira de una victoria espuria. Son egocéntricos a no poder más e irrespetuosos
con los progresos conseguidos por el esfuerzo general de mujeres y hombres que
saben lo que es estar educados cívicamente.
Ellos andan del Norte al Sur, del Este
al Oeste jugando zafiamente a ser más inteligentes que nadie, jugando a engañar
a todos, riéndose de la historia, de las fosas comunes y de la lucha LGTBIQ.
Un troll es alguien que cuenta chistes
que sólo hace gracia a sí mismo, que no sabe compartir la risa clara y
colaborativa. Y nosotras únicamente queremos recibir cartas escritas desde la honestidad
de un corazón diverso que no esté dispuesto a convertir a las mujeres en
vientres de alquiler, en hornos para sus caprichos.