Según
el Vocabulario Popular Malagueño de
Juan Cepas se llaman “boquerones de alba” a los pescados al amanecer, que son
los de mejor calidad. Este es un significado hermoso y concreto que va más allá
de la luz y de la trascendencia, que nos ayuda a concebir el mundo como plateado,
saltarín y sabroso, que nos hunde en el mar: en la Playa de los Álamos o en el
Rincón de la Victoria, en la bocana del Puerto, en la línea inasible del
horizonte que se ve desde el Parador.
Pero mi sobrina Alba va más allá de los
significados heredados o de la idea de parecerse a alguien, ella es una
vanguardista que se atreve a viajar hasta Guatemala como voluntaria en una ONG
o nos sorprende a toda la familia con su sentido del respeto y la conciliación.
Y finalmente se embarca como enfermera en el Reino Unido sin olvidar por un
momento sus convicciones feministas y su sentido de la justicia.
Su personalidad es siempre una grata
sorpresa, su saber responsable y espontáneo nos cautiva y nos hace a todos
estar agradecidos por su existencia. Su idea del cuidado nos hace reflexionar
sobre cómo la tarea de la cuidadora es la más excelsa. Y su inteligencia es
aguda y divertida, llena de sentido del humor.
Ella es algo más que amanecer, ella es
el reflejo del amanecer en su sonrisa y yo quisiera que nunca olvidara lo que
la admiro, lo que la admiramos todos.
Debajo de esa risa que es como las
aguas de Maro, como el revuelo que provoca la mansa lluvia, se adivina una
voluntad concienzuda y un crecimiento maduro a pesar de su juventud. Para mayor
alegría le gusta escribir y meditar sinceramente cada vivencia, es valiente, es
muy valiente y cordial.
Ya lo he dicho: no quisiera que
olvidara nunca que la admiro, y la animo desde aquí en sus múltiples viajes y
aventuras, proyectos e ilusiones. Tenemos que aprender mucho de esta generación
de mujeres que tienen un alma tan generosa.
Felicidades Alba por existir y por todo lo que nos enseñas cada día.