sábado, 15 de junio de 2019

Presentación de la Exposición de Ana Belén Rodriguez: Brillantes y Eclipsadas, 12 de Junio 2019




            Existen múltiples formas de tortura, pero quizás la más sutil es robarle el tiempo a alguien. Las mujeres padecemos ese mal continuamente y vemos que si queremos conseguir aparecer en el mundo artístico tenemos que robarle tiempo al tiempo. Desde no se sabe cuándo hemos estado atareadas para beneficiar a otros y nos hemos visto sometidas a la forzosa aventura de tener que conquistar el tiempo. Un tiempo para nosotras, para emplearlo en nuestro arte.

            Esa Conquista del Tiempo es una odisea sin los brillos de la Odisea, una necesidad imperiosa, y por eso nuestro arte se convierte en una tarea doble: la de la ejecución de las acciones artísticas y la del espacio temporal que edificamos para poder llevar a cabo ese arte del que no queremos prescindir, del que estamos enamoradas.

            Ana Belén Rodríguez ha sacado tiempo de debajo de las piedras, de los domingos mañaneros, de la aliada noche para pintar a Simone de Beauvoir o a Carmen López Román, a Chimamanda o a Marie Curie, a Ángela Davis o a Frida Khalo, entre otras. Son veintiún cuadros los que conforman esta exposición permanente. Y me gusta especialmente eso de permanente porque cualquiera que llegue a esta casa se la encontrará llena de la hospitalidad de estas feministas de toda la vida y tendrá la posibilidad de mirar a los ojos a Virginia Woolf o a Nina Simone.

            Y se ha empeñado la artista en revelarnos a las rebeldes, en dejar testimonio de las sombras y en hacerlas resurgir de ellas para que no olvidemos sus protagonismos y sus clarividencias, para que aprendamos de ellas, para que las valoremos y nos sirvan de guía. Para eso sirven nuestras antepasadas: son brújulas señalizadoras de los caminos que debemos seguir y ahí están en justo homenaje: Coco Chanel y Clara Campoamor junto a Anna Lee Fisher. Cada una a su estilo nos han aligerado y nos han hecho posible la liberación. No decaigamos ahora y sigamos, arropadas por sus destellos, nuestro propio afán, nuestro común afán: el absoluto respeto.

            Ana Belén Rodríguez llegó a Córdoba desde Cinco Casas, un pueblo de la Mancha, ya saben ustedes cómo las mujeres nos buscamos metas agradables y aquí en Córdoba ha desarrollado su ingenio decorando las escaleras del patio de Virginia, el patio Vesubio, o las persianas de la tienda La Llave, también ha hecho móviles o pintado artesanalmente hermosas camisetas. Es una sobreviviente que no le achanta nada ni nadie, ni su enfermedad, padece Esclerosis Múltiple y lo lleva con elegancia y sonrisa eterna en su cara soleada por los trabajos de la huerta.

            Desde pequeña ha experimentado el arte y recuerda cómo en su  infancia su padre, que era alcalde de Cinco Casas, invitó a artistas del momento a su municipio y ella quiso ser una más en el mundo de la pintura. Desde su adolescencia se rodeó de pintores y escultores como Amelia Moreno, Abdón Anguita, Alfredo Martínez y sobre todo con Paco Leal, el autor de El pez furioso. También admira a Ángel Pintado y a Antonio López Torres y Antonio López García. Estas son sus influencias manchegas, su admiración por lo minucioso, por el detalle, por la máxima luz que se da en los atardeceres de la explanada y que ella nos ha traído hasta aquí, y que le sirve para iluminar a las eclipsadas.

            Estudió Diseño Gráfico y se amplió el número de artistas a contemplar entre ellos Rothko y Frida Kahlo, que es para ella además un ejemplo vital a seguir. Nunca se para y vive plenamente volcada también en el activismo constructivo, así participó en las reivindicaciones para que el autobús C2 siguiera su trayecto por la ciudad o fue una de las mujeres lideresas de la Marcha por la Paz que consiguieron que todas nos vistiéramos de blanco.

            Actualmente trabaja en una serie de retratos de mujeres lesbianas y su mirada busca en el paisaje, entre las tablas que encuentra aquí y allá, en los objetos en que las demás no vemos nada… Ella ve la belleza. Gracias Ana Belén Rodríguez por haber recalado en Córdoba y hacer que tu odisea sea también la nuestra: un viaje hasta la cosecha del tiempo para disfrutar del arte.