sábado, 9 de mayo de 2020

Gatunería

Este Poema-Océano lo escribí para el recital virtual de La Viajera de esta semana.



            Esta es la historia de un gato llamado Falso que trabajaba en el servicio secreto e iba acompañado de su colega García, una gata negra acostumbrada a beber vino Montilla-Moriles en época de ferias. Ambos vivían en el Realejo, allí tenían su casa con un patio de geranios y una fuente en medio.

            Les encomendaron que hicieran un informe sobre Proust y Frida. El gato Proust era de pelaje gris y anaranjado, muy hermoso y con un gran estilo, se crio en la alta sociedad y sabía bailar los valses de Strauss. A Frida la encontraron en un contenedor, de noche, muerta de frío, era vital y parlanchina y también bailaba con elegancia, era de tres colores: negro, blanco y carey.

            Falso y García vigilaban a Proust y Frida. Proust era de costumbres rutinarias: bebía agua fresquita, dormía en un sillón verde y se pasaba el día pensando si no había perdido el tiempo aprendiendo a decir “Miau” para que lo entendieran los humanos.

            Frida, en cambio, vivía al día, leía a Chris Kraus y participaba en manifestaciones feministas. Era una gata muy comprometida.

            Pero todo cambió cuando llegó Peluso, un gato color zanahoria muy ansiado por los gateros. Y aún cambiaron más las cosas cuando llegó Nala, la curiosa Nala, investigadora, científica y atleta.

            Se hicieron muy amigos los cuatro: Proust y Frida, Peluso y Nala. Y esto llenó de envidia a Falso y García que escribieron un informe demoledor sobre las costumbres de los felinos en cuestión. Entonces sucedió algo extravagante: llegó al barrio un avestruz, que veía las cosas desde lo alto y comprendió que el dossier que estaban elaborando era una verdadera intromisión sobre sus intimidades y así se lo dijo a los afectados.

            Falso y García no sospechaban nada porque admiraban las alas del pájaro que no vuela y quedaron muy sorprendidos cuando Proust y Frida, Peluso y Nala mostraron sus caras más amables y los invitaron a merendar tortitas con nata y caramelo. Fue así como descubrieron que hasta los agentes secretos tienen secretos y deseos de amistad.

            Y Falso, García, Proust y Frida, Nala y Peluso fueron muy felices en el barrio del Realejo cuando llegó el carnaval y cada uno dio lo mejor de sí: la alegría de abrazar y de ser abrazados.