Creo
que todos los españoles deberíamos ir, por lo menos una vez, a Lisboa, para
curarnos de nuestra entonación bronca y de nuestra soberbia. Y tendríamos que detenernos en la
Plaza del Comercio y visitar el mirador de San Pedro Alcántara y pasear por su
exquisita feria del libro, en el parque Eduardo VII, desde donde se ve caer la tarde
como si el horizonte tuviera la voz de Ana Moura.
La luz de Lisboa nace en los poema de
Sophia de Mello Breyner y no podemos estar más de acuerdo con ella cuando dice: “Conheço
todo à força de nâo ser.” Esa es mi voluntad: no ser de nadie, no ser de un país,
no ser estricta y tajante, ser vecina de Portugal, admirar el tono de sus
palabras envueltas en Atlántico y humildad.
Todos nuestros estudiantes deberían
conocer lo que significa ser muchos en uno como lo demostró Pessoa con sus
escritos. Todos deberíamos saber llorar en portugués porque allí las lágrimas
son más razonables, y todos deberíamos comprender que lo que une a las gentes no
son las líneas de alta velocidad sino la voluntad de hablarnos lentamente y gesticular lo necesario para asomarnos al balcón del otro. Y en los colegios, mientras tanto, me gustaría que se leyera la obra de Unamuno Por tierras
de Portugal y de España.
Estoy convencida de que tomar vinho verde
mientras se leen los sonetos de Florbela Espanca cura el alma y la llena de
suavidad. Creo que los médicos de aquí deberían intentar parecerse a Miguel
Torga, o al recuerdo de Fernando Namora, o al recuerdo de la delicadeza de Filipa
de Coímbra y su saber buscarse su lugar entre la libertad y la contemplación.
Todos los españoles deberíamos tener un
amigo o una amiga en Portugal y cartearnos como se hacía antes, con sello y
papel, y gozar de la amistad como se goza del viento cuando te acaricia lleno
de azul y de la voz del fadista António Zambujo.
Vayamos a aprender humanidad a Lisboa,
vayamos con respeto a visitar sus saberes, y dejemos que la musicalidad de su
lengua nos bañe y nos llene de amor por el decir bajito, sin voces, ahora que tanto lo necesitamos.
Aprendiendo en Lisboa |