sábado, 30 de julio de 2022

Avisar

 

Siempre que salía a la calle mi madre me decía: “Salvi, gasta cuidaíto”. Y yo le preguntaba: “¿Con qué gasto cuidao?” Y ella, veloz, respondía: “Con tó”. Así que yo salía de mi casa con una invisible armadura defensiva, con una actitud despierta y llena de precaución. Iba y voy por la calle como una observadora constante que se previene, que se adelanta al juego que es ir en sociedad antes que la sociedad te hiera. Dispuesta siempre a adivinar el peligro antes de que el peligro suceda.

 

            Esta manera no descuidada de andar por el mundo me parece la más acertada para las niñas y mujeres. Ya se ve lo que sucede en estos días, hablo de los pinchazos para que las chicas sean sumisas o las violaciones recientes, hablo de la actitud de los políticos que ningunean a las mujeres y sus específicos problemas e infravaloran nuestras peculiaridades. Hoy en día, los lechuguinos sonrientes no saben para qué sirve una específica Consejería de Igualdad en la Junta de Andalucía y eso, es grave; porque ese desprecio intelectual conlleva un desprecio en las acciones de los violentos que se sienten envalentonados, respaldados… Cuánto me gustaría ver que dan un paso adelante todas las instituciones y nuestros gobernantes hacen declaraciones incontestables defendiendo el derecho de las mujeres a pasear, bailar, divertirse… tranquilamente. Una acción sin género de dudas y constante que arrincone de una vez a los maleducados acosadores. Son los hombres los que se tienen que levantar contra los hombres y afearles la conducta a los que no tienen principios, solo egoísmo, y que son dueños de la cosificación espeluznante.

 

            ¿Y qué podemos hacer nosotras ante estas manadas y estos brutos? Avisar, simplemente avisar, mostrar a nuestras hijas dónde está la trampa. Darles a conocer las señales de la maldad, indicarles con quiénes se juegan los cuartos. No podemos caer en la ignorancia complaciente, hay que abrir los ojos y más que nunca echar mano a una sororidad radical. Ya está bien de tomarnos el pelo y mencionarnos de pasada en los discursos de navidad. Esta violencia es un problema estructural, no podemos permitir paños tibios ni cursillos reeducadores para quienes son, ni más ni menos, unos delincuentes.

 

            Avisar es nuestra tarea, decir: ese no es el camino. Decir: Seremos amigables y nos ayudaremos entre nosotras. Ya cansan los tíos que ven porno, los que no creen en el consentimiento, los que te quieren lacia como una muñeca de trapo. Son antiguos, nauseabundos y dignos de rechazo. Ya cansan los amiguetes que les ríen las gracias, las gracias que no produce una risa compartida sino burlona y enfermiza. Ya cansa la parsimonia de nuestros políticos encargados de poner las cosas en su sitio, sus narcisismos que no ven más allá de sus lentes de hombres y solo de hombres. Salid a la calle, valientes, y defended a vuestras hijas. Hoy requerimos posiciones claras y contundentes.

 

            Después de ver que os creéis el asunto tal vez podamos dejar de pensar que sois unos presuntuosos.



 







sábado, 23 de julio de 2022

La amistad de Justa Roa

 


Quizás uno de los placeres que más valoro es la charla tranquila que deja todos los superesquemas atrás y se adentra en la profunda y respetuosa subjetividad que comparte la buena amistad. Justa es una persona que procura esa dicha: la del decir pausado que no te aturrulla, que no se impone con la algarabía de un muletazo chulesco.

 

            Justa Roa es amiga mía desde hace poco tiempo, pero yo no distingo entre la amistad de toda la vida y la que acaba de llegar, ella tampoco. Nuestros sentimientos y simpatías son mutuos, el capital de los afectos y de lo que consideramos diversión también: lo más importante es pasear.

 

            Andamos como si lleváramos toga puesta, sincronizamos los ritmos y no me mete bulla, nos paramos ante los escaparates, tomamos un zumo; nos encontramos por casualidad frecuentemente, esta ciudad lo permite.

 

            Permite Córdoba unas leyes de encuentros generosas, así que no hay que quedar con nadie, solo echarse a andar y dejar que esas leyes se cumplan, itinerarios que se cruzan y nos llevan al río o a la sierra, sus fronteras, sus demarcaciones, esas líneas donde se acogen los personajes que quieren experimentar la bendita libertad, la deriva que diría un moderno, flanear como Galdós.

 

            Pues bien, con Justa Roa es posible ese milagro mientras me habla de algunos libros, de pintores que conoce y de diagnósticos que hace espontáneamente sin equivocarse jamás. Es el acierto de la madurez, querida, el acierto de quien lleva las maletas repletas de anécdotas. Y así me socorre con algún análisis certero y lleno de humor. Es una buena amiga porque es generosa y la amistad debe ser un traje amplio que nunca nos ciñe con el fuego de las obligaciones, la amistad debe tener la levedad y la profundidad del lenguaje con el que se fabrican las obras clásicas, la degustación de un thé o la alegría de unos pasos que se dan conjuntamente sin haberlos siquiera pensado ni apuntado la cita en nuestras agendas.

 

            Un abrazo Justa Roa por el bienestar que procuras.





 




sábado, 16 de julio de 2022

Hacerse el tonto

 


De hacerse los tontos nos llevará lejos hasta aquí me invento yo una noticia y veremos  las cosas con la nitidez de la neo-ética. De esto viene de lejos hasta, al fin y al cabo, no somos los primeros que ya se sabe de nuestra historia picaresca. De por qué ahora sale todo esto hasta, de nuevo, estamos en verano y la gente no se entera de nada, solo piensa en beber y tomar el sol. De estos polvos y estos acuerdos hasta nos acabamos de enterar de lo que pasa en el país, en sus altas instituciones y sus grandes poderíos, llega ahora la basura de las grabaciones entre el periodista Ferreras y el comisario Villarejo.

 

            Y no se puede sentir sino tristeza de tanta mancha y de tanto intervencionismo y tanto moler deshonestidad sobre este mapa que todo lo aguanta. Y ahora, además, no es tan grave porque los ítems de la gravedad los pone la gente que puede. Así de oscura es la aventura, así de triste.

 

            Mientras pasan por televisión partidos de tenis interminables y su definición de héroe, músicas bum-bum hasta el delirio, guerras que se enquistan y emigrantes a los que no reconocemos. Y las verbenas, las macro-verbenas celebran la animalidad del hombre y la posibilidad de sustancias enajenantes. Así entramos en la calor profunda como una profecía dicha con la voz hueca que no quisieron escuchar. Así se cortan árboles, se encera la vida con cemento y duro corazón y fragmentos de dimes y diretes que llaman entrevista.

 

            El espectáculo está servido y el pueblo ni se entera, que tiene que llegar a fin de mes como sea, trabajando el que puede y sin quejarse, porque eso de los sindicatos ha dejado de estar de moda. Nos gobiernan los de siempre sin gobernarnos, sin necesidad de levantar la voz ni henchir el pecho ni, mucho menos, apreciar una composición lógica que nos convenza: Si tienes dinero te darán beca. Ese es el principio de la irracionalidad, no olvidemos que el principio de la tragedia es la catarsis, ¿de verdad la necesitamos? ¿Para cuándo la rectificación sencilla, la dimisión a tiempo y la justa medida?

 

            ¿Para cuándo la vegetación constante, la salida de la oratoria de rabo y machirulo, el vencimiento del prestigio que da el dinero? ¿Para cuándo se darán por aludidos los que siembran la sospecha y la idea absurda de que la política tiene que ser un laberinto guardado por el inmenso toro sangrante de la arrogancia? ¿Hasta cuándo este martirio? ¿Por qué hoy?









 

 

 


sábado, 9 de julio de 2022

El encuentro de Paquita y Mariquilla. Poema Océano leído el 7 de Julio 2022 en la librería Ostin Macho




EL ENCUENTRO DE PAQUITA Y MARIQUILLA 



Buenas noches señoras y señores: Hoy vengo a referirle la tierna, dulce y magnifica historia de Paquita y Mariquilla; dos mujeres de bellos cuerpos mayores, llenos de arruguitas y con el coñillo ya blanco por el paso del tiempo, que todo lo configura a su manera.

 

         Paquita era de Jerez de la Frontera, tenía un acento… Se había pasado la vida limpiando la cristalería de unos señores con bodega y pleitesía, tal vez de ahí cogió la costumbre de llevar una petaca encima llenita hasta los bordes de coñac. Mariquilla no sabía muy bien dónde tenía sus raíces pues aunque nació en Antequera acabó arribando a Barcelona donde servía a unos señores de Mataró.

 

         Paquita y Mariquilla se conocieron en Motril, en el hotel Miramar, donde fueron con el IMSERSO a sentir lo que no sabían que existía: el descanso. Llevaban pamela y batita azul para estar en la piscina donde se mojaban hasta la barriga nada más porque tenían miedo al hundimiento de sus personalidades, al borrado de sus existencias. Y, además, es que no sabían nadar ni dónde estaba la toilette del área de recreo. Así que pisssss. Aquí paz y después gloria.

 

         Por la noche cenaron en la misma mesa y comieron pescaditas blancas, luminosas como sus voces, y también comieron pulpo de Adra y unas tortitas de chocolate. Allí se pusieron al corriente de sus vidas. Paquita estaba viuda, su marido había muerto hacía poco, degollado por una sierra mecánica. Y es que le gustaba tanto mirar las obras desde que se jubiló que metió su cabeza demasiado cerca del objeto de observación y allá se le fue la testa, al infinito, y solo le quedó el cuerpo detestado que enterró Paquita en un cementerio de descerebrados.

 

         Mariquilla tenía deje catalán, era charnega y llevaba el pelo tintado de colorao. No tenía a nadie en el mundo pues ya había entrado en el camino del olvido y hacía este viaje para reencontrarse con sus raíces andaluzas, deseo que quería cumplir antes de que se le difuminara la vida en una residencia que ya tenía pagá a las afueras de Vila Nova de la Avestruz.

 

         Llegó la hora del baile, que seguramente habría censurado Camilo José Cela porque veía ridícula esa vejez vestida de colorines y verano. Ya se sabe: quién tiene privilegios desde siempre ve mal que disfrute la gente trabajadora. Bueno, pues llegó la hora de los animadores que entre palmas y alegrías sublevaban al personal. Ellas estaban sentaditas en un sofá forrado en plástico contándose sus vidas cuando llegó un vejete con boina y la portañica abierta para que se le aireara la próstata, este hombre invitó a bailar a Paquita y esta le dijo que no. “¿Es qué no te gusta la música electrónica?”, le pregunto Ignacio Etxeberría. Y Paquita muy seria le respondió: “A mí lo que me despipa es el pasodoble”. Y cogió la mano de Mariquilla, que se estaba desternillando de risa, y se la llevó al centro de la pista donde bailaron sin muletas España Cañí.

 

         De ahí se fueron a la habitación 069 del hotel Miramar en primera línea de playa, de tres estrellas y con camareros uniformados de negro.

         -Escolti –dijo Mariquilla- ¿Practicamos el sexo oral? Si us plau.

         -Tú practica, practica lo que quieras que yo me voy a poner bocarriba.

    -¿Te pongo una barrera bucal en tus partes para tener sexo seguro?-preguntó Mariquilla.

         -¿Con ochenta y cinco años sexo seguro?

 

         En fin que siguieron con sus ejercicios hasta que le tocó el turno de disfrute a Mariquilla y le dijo a Paquita: “¡Qué bien le sienta el tembleque al clítoris!”

 

         Sonrieron las dos como si estuvieran dando la vuelta al ruedo y estuvieron hasta el amanecer conociéndose mutuamente hasta que bajaron, las primeras, a desayunar porque se morían de hambre.

 

         -Camarero ponga usted dos carajillos aliñaos con Rubalcaba y una tortilla de papas.

         -¿Eso de Rubalcaba qué es?

         -Hijo, anís del mono, que no estás al día y ponme la clave del wifi en la table que me regaló mi nieta, que tengo que hacer una video conferencia con las del pueblo explicándoles lo que es un orgasmillo, un orgasmo y un orgasmón -dijo Paquita con decisión.

 

         -Ole esa mujeres guapas –dijo el camarero al que solo lo tenían declarado media jornada.

         Entonces vieron bajar las escaleras, taciturno, a Ignacio Etxeberría.

         -¿Qué te pasa Nacho?

         -Que no encuentro el Pryca por ninguna parte. Y quería comprarle a mi nuera un detalle y nada que no lo veo.

         En eso que llegó el recepcionista, que iba todos los días al trabajo en triciclo y le dijo a Ignacio Etxebarria mirándolo a los ojos profundamente, como si fuera hablar de filosofía:

         -El Pryca no existe, lo que existe es el Carrefour y no abre hasta las diez.

         -Maldito capitalismo que todo lo lía –dijo Etxeberria.

         -Anda, siéntate con nosotras a desayunar y olvídate de excursiones al extrarradio –le dijo Paquita-, que te vamos a explicar cómo camelarte a la Hortensia, que esa tiene azúcar y es muy dulce, ya verás cómo te conviene, que esa no es lesbiana como nosotras.

 

         Y así, los tres, estuvieron hablando de sexo hasta que consiguieron que, motu proprio, Ignacio Etxeberria se abrochara la bragueta y comprendiera qué es un orgasmillo, un orgasmo y un orgasmón.




En la librería Ostin Macho con las escritoras Eva Hidalgo, Ana Ramos y Salvadora Drôme.


 





sábado, 2 de julio de 2022

Quejío. Córdoba con grito de mujer 2022

 

Este año participé en esta antología coordinada por la escritora María Pizarro, Sergio C. Pérez y Pepe Lara. Gracias amigos por haber podido disfrutar de esta actividad que le da la voz a tantas mujeres. Los poemas se recogieron y se han impreso cuidadosamente por la editorial Iruya.


Esta fue mi aportación:



La viajera  

 

Han caído todos los ángeles del fresco verde.

El valle está cubierto de alas rotas,

tropezaron con los aires turbulentos,

con las navajas platinas.

Eran mujeres de otra tierra en tropel

que vinieron a caer sin precisión.

Pero ellas se levantan como golondrinas

que emigran.

 

Algunas tienen océanos sobre sus cuerpos,

otras lloran sin comprender,

sólo los ojos llenos de zarzas y picor

reclaman el cariño fucsia que las defienda.

Tocar a una criatura,

como si fuera resbaladiza ley,

es condenarnos a todas.

 

Sus ecos están en algún lado,

cerca de lo que se dice democracia,

y sus artesanas manos

buscan las escalas

que llevan al pecho querido

donde duermen hasta las estatuas.

 

Hasta las estatuas están vivas

y tienen vergüenza

de estos corazones de aguijón,

lagos que se retiran

y nos dejan la aridez

del no recibimiento.

 

¡Que dejen la puerta abierta!


La ilustración de la portada es de la artista multidisciplinar Ana Belén Rodríguez