Siempre
que salía a la calle mi madre me decía: “Salvi, gasta cuidaíto”. Y yo le
preguntaba: “¿Con qué gasto cuidao?” Y ella, veloz, respondía: “Con tó”. Así
que yo salía de mi casa con una invisible armadura defensiva, con una actitud
despierta y llena de precaución. Iba y voy por la calle como una observadora constante
que se previene, que se adelanta al juego que es ir en sociedad antes que la
sociedad te hiera. Dispuesta siempre a adivinar el peligro antes de que el
peligro suceda.
Esta manera no descuidada de andar
por el mundo me parece la más acertada para las niñas y mujeres. Ya se ve lo
que sucede en estos días, hablo de los pinchazos para que las chicas sean
sumisas o las violaciones recientes, hablo de la actitud de los políticos que
ningunean a las mujeres y sus específicos problemas e infravaloran nuestras
peculiaridades. Hoy en día, los lechuguinos sonrientes no saben para qué sirve
una específica Consejería de Igualdad en la Junta de Andalucía y eso, es grave; porque ese desprecio intelectual
conlleva un desprecio en las acciones de los violentos que se sienten
envalentonados, respaldados… Cuánto me gustaría ver que dan un paso adelante
todas las instituciones y nuestros gobernantes hacen declaraciones
incontestables defendiendo el derecho de las mujeres a pasear, bailar,
divertirse… tranquilamente. Una acción sin género de dudas y constante que
arrincone de una vez a los maleducados acosadores. Son los hombres los que se
tienen que levantar contra los hombres y afearles la conducta a los que no
tienen principios, solo egoísmo, y que son dueños de la cosificación
espeluznante.
¿Y qué podemos hacer nosotras ante
estas manadas y estos brutos? Avisar, simplemente avisar, mostrar a nuestras
hijas dónde está la trampa. Darles a conocer las señales de la maldad,
indicarles con quiénes se juegan los cuartos. No podemos caer en la ignorancia
complaciente, hay que abrir los ojos y más que nunca echar mano a una sororidad
radical. Ya está bien de tomarnos el pelo y mencionarnos de pasada en los
discursos de navidad. Esta violencia es un problema estructural, no podemos
permitir paños tibios ni cursillos reeducadores para quienes son, ni más ni
menos, unos delincuentes.
Avisar es nuestra tarea, decir: ese
no es el camino. Decir: Seremos amigables y nos ayudaremos entre nosotras. Ya
cansan los tíos que ven porno, los que no creen en el consentimiento, los que
te quieren lacia como una muñeca de trapo. Son antiguos, nauseabundos y dignos
de rechazo. Ya cansan los amiguetes que les ríen las gracias, las gracias que
no produce una risa compartida sino burlona y enfermiza. Ya cansa la parsimonia
de nuestros políticos encargados de poner las cosas en su sitio, sus
narcisismos que no ven más allá de sus lentes de hombres y solo de hombres. Salid
a la calle, valientes, y defended a vuestras hijas. Hoy requerimos posiciones
claras y contundentes.
Después de ver que os creéis el
asunto tal vez podamos dejar de pensar que sois unos presuntuosos.