sábado, 30 de abril de 2022

1922

Este 2022 se cumple 100 años del nacimiento del psiquiatra Castilla del Pino. Gracias a hombres como él, con su compromiso intelectual, hemos podido disfrutar mejor de nuestras vidas. Le dedico este poema, que aparece en mi libro Cómo decir deseo, con todo mi reconocimiento.


  

LA CIUDAD Y SUS HABITANTES


Y casualmente me encuentro
en este lado de la acera
mientras los remeros se empeñan en el estanque
con no chocar con los turistas,
que vienen a la capital a besarse
entre las estatuas que la historia reverencia
y a pasear en barca
esquivando torpemente a remeros musculosos,
pero al fin y al cabo civilizados,
porque no poseen grandes ríos
ni mares de osadía
y se conforman con el aire del Retiro
y el agua verde y pequeña
donde se ejercitan los ciudadanos-remeros
teniendo cuidado de no salpicar
a quienes acabamos de llegar y pedir
una cerveza y después intentamos imitarlos.
Pero, ¡ay!, nosotros no somos tan civilizados
ni imaginábamos tantos edificios
desde nuestra provincia leve.
Nosotras no sabíamos de la existencia
de estos remeros pendientes siempre
de no chocar con los bordes
de esta piscina grande
donde se guarda el desahogo
de los hombres fuertes
cansados de obedecer y,
sin embargo, obedeciendo.
Y aquellas, ¡oh!, aquellas remeras
con lazos en el pelo
con el pecho endurecido
con ese ir y venir,
ir y venir,
rema que te rema.
Aquellas, ¡oh!, aquellas
que vigilan a los turistas despistados
que no conocen las normas del estanque.
En la tarde que crea
magenta la luz y la luna
tú me engañas
y no me llevas a tomar una copa,
sino que me traes aquí,
a este parque inmenso
y estimado
del que hablan
y del que dicen
sus haberes y peligros.
Y naufrago entre nipones,
ciclistas de piernas heroicas,
magos de tres al cuarto
que quisieron ser Houdini,
cantantes fracasadas,
músicos que aman más la música
que su disciplina,
y tú y yo,
que hemos decidido hacer de Madrid
el cauce de nuestros ejercicios
de cosmopolitismo.
Y mientras nos recogemos
porque refresca
y porque el parque lo cierran
miramos de reojo a los remeros
colegiados, solidarios,
y a las remeras que aún no se han decidido
a formar equipo,
y dices convencida:
“¿Verdad que ha sido buena idea
pasar la tarde en el parque?”
Y asiento mientras
miro cómo se esquivan
los remeros
y mesuro el estanque
verde, de infinitos trayectos.
Nos cogemos de la mano
y el aire húmedo
acaricia la noche que viene,
nuestro cansancio,
nuestra cobardía,
nuestro valor
y la danza democrática
de los juegos de agua
que casualmente hemos visto
desde este lado de la acera
donde quiero estar
para siempre,
como los remeros pendientes
de no chocar con los bordes.







sábado, 23 de abril de 2022

23 Abril

 

Recuerdo un día de lluvia que íbamos paseando por el parque de Málaga mis padres, mi hermano y yo, y nos escondíamos entre las casetas de los libros que ya estaban cerradas pues anochecía. Jugábamos a que desaparecíamos un instante y después nos reencontrábamos con absoluta algarabía, y soñábamos que nos comprábamos cientos y cientos de ejemplares, valiosísimas historias, todo lo que nuestra imaginación inventaba ya que no estábamos en horario comercial, y podíamos ser ricos de deseos y cultura por un tiempo acotado, que nos hacía libres y caprichosos. Era la suprema dicha: poseer todos los cuentos que quisiéramos. Era la noche de las letras infinitas, el momento de aumentar nuestro capital fantasioso y libresco.

 

            Siempre ha sido un acontecimiento importante el 23 de abril, el día del libro, el día en que murió Shakespeare y Cervantes, la mañana que huele a rosas rojas y a sabiduría. Esta tarde a las 18:00 h. daré una charla titulada Bibliotecas: embajadas de la imaginación, en la que hablaré un poquito de esos refugios y leeré algunos poemas míos. El acto está organizado por Libros Libres y tendrá lugar, debido a la lluvia, en la A.V. Valdeolleros en la Calle Sancho el Craso, Local 3.

 

            Y esta semana tengo la grandiosa suerte de poder  participar en la 47ª edición de la Feria del Libro de Córdoba, unas veces como público, otra como ponente o moderadora. El 23 a las 21:00 asistiré al homenaje a Herme, que es la librera de Títere, se lo merece, es una gran trabajadora y ha repartido desde su establecimiento alegría y saber, entretenimiento y diálogo.

 

            El día 24 se presenta la Antología de poetas cordobesas Ni diosa, ni dulce, ni serpiente realizada por Jacob Lorenzo y que ha tenido a bien incluirme en ella. El día 25 modero una charla con Josune García (directora de Cátedra) y Hilde Gersen (Agencia literaria Antonia Kerrigan). Y el día 28 tengo el honor de compartir mesa con Antonio Rivero Taravillo, yo hablaré un poquito de Proust e intentaré que os entren ganas de leerlo. El 29 asistiré como espectadora a la charla homenaje a Castilla del Pino.

 

            Para mí es una semana especial, después vienen Las cruces y la Batalla de las Flores, ¿podemos pedir más divertimento? La verdad es que Córdoba está que se sale, bellísima haga frío o calor. No sé qué libro aconsejaros, no sé di debo aconsejar nada, simplemente os invito a leer en voz baja, en voz alta, en el tren y en el bus, en la casa recostadas como si fuerais una odalisca, en la cocina mientras se hace la comida. Yo leo para ser cada día más libre, y en estos días leeré El caballero de las botas azules de Rosalía de Castro y los poemas de Emilio Prado. Buen día y buena lectura. ¡Ah! Y para los que quieran aprender a escribir les recomiendo Taller de escritura creativa en 44 desafíos de Ana Belén Ramos.




 




sábado, 16 de abril de 2022

Moguer

 


En el imaginario colectivo de todos los niños y niñas de mi edad está la figura algodonosa de Platero, el burrito de Juan Ramón Jiménez, ese escritor que nos proporcionó la alegría de ser de nuevo inocentes. Yo recuerdo que me lo hicieron leer en octavo de E.G.B. y que hice un trabajo que le gustó mucho a Don José Luis, estupendo profesor de literatura que me preguntó anécdotas de la historia porque se creía que la redacción no era mía, comentaba cada capítulo del libro reescribiendo su contenido y su serenidad y eso a él le mosqueó, no creía que sus alumnos se hubieran comprometido tanto con la lectura, pero lo cierto es que me cautivó la tarea: Le entregué unas cuartillas grapadas y escritas a máquina, puse papel de calca y a él le di la copia azul, como si fuera un libro.

 

            Está tan en nuestro imaginario Platero que el sueño de mi hermano y mío también es tener un burrito y atarnos el pantalón con una guita, y pasear por los campos cogiendo hinojos u oliendo rosas, viendo amaneceres con los labradores o atardeceres con los enamorados.

 

            Otra entusiasta de Platero es mi suegra, Remedios Fernández García, que fue concejala de Moguer en las primeras elecciones municipales y que defendió los parques, las plazas y su existencia. Y cada vez que vuelve a esa tierra, que es un parque temático de la humildad y el buen gusto, alejada de Disneylandia y sus feroces imágenes, me trae un recuerdo de esa ciudad cuyo lema es: “la luz con el tiempo dentro”. Y es que Juan Ramón lo impregna todo, su excelencia cantarina y pura nos invade. Mira si estará presente en la vida de sus habitantes que el paso de la borriquita del Domingo de Ramos lleva, además de las figuras pertinentes, una niña con Platero juguetón y semi-protagonista.

 

 

            Pero no todo va a ser Platero, que también apetece tomarse un café en la Plaza del Marqués, plaza en la que figura la estatua de la inteligentísima Zenobia de Camprubí, cada día más visible. Y apetece ir al monasterio de Santa Clara o al convento de San Francisco o visitar la iglesia de la Santa María de la Granada, y después tomar un refrigerio o comer en una de sus tabernas que huelen a brasas, a lo primordial del fuego.

 

            Y si se puede hay que ir con amigos, para compartir la comida y la alegría de la sencillez y hablar de asnografía y reír, y agradecer a nuestros mayores que hayan cuidado este Moguer de blancura.

 


Foto realizada por el excelente artista conceptual Juan Pedro Arjona, más conocido  como J.P.

sábado, 9 de abril de 2022

Semana Santa

 


Quizás los dos momentos más hermosos de la Semana Santa son el domingo de ramos y el domingo de resurrección, es cuando la esperanza se enriquece con la idea de una utopía que parece posible: que el amor reine en el mundo. Puede enturbiarse el propósito con poderes y ambiciones, pero no me digan que no es una genialidad que se deje atrás la ley del ojo por ojo.

 

            La figura de Jesucristo se mostraba campestre en mi adolescencia. Yo, que soy hija de la escuela pública, aprendí en mis primeros años a rezar el rosario, y es que hasta que llegó la democracia las niñas cosíamos y orábamos como pequeñas siervas. Después vendría el Cristo de la liberación, el comprometido. Y se irían, poco a poco, esos altarcitos del mes de mayo que olían a margaritas.

 

            Los seres humanos necesitamos de figuración para tocar con las manos la realidad y esta primavera, si el tiempo no lo impide, veremos las calles llenarse de tronos y pasos. A mí no me molestan, y tengo que confesar, además, que me emborracha el olor a incienso, la visión de la luna y esa música y esa danza que viven nuestros santos.

 

            Suelo leer las obras del sacerdote Pablo d´Ors, su Biografía del silencio, me ha aportado mucho bien, es el libro que más he regalado y el que más he leído. Considero que soy una persona espiritual que ando mientras medito, por eso me verán ustedes tan despistada por la ciudad. Y me duele cuando, por razones espurias, nos enzarzamos en peleillas y en peleazas. Creo que, como Francia, debemos ser un estado laico con todas sus consecuencias y como simplemente humanos debemos respetarnos los unos a los otros. Esto son obviedades, pero, de pronto, los seres humanos necesitamos las obviedades para caminar: No matar es una de ellas, quizás la más importante. Figúrense que creía cuando pequeña que cuando yo fuera mayor de edad no iba a haber guerras. Ingenuidad, y que no había internet en Campanillas (Málaga), sólo había un kiosko donde llegaban la noticias a cuenta gotas y el mundo era más grande que ahora.

 

            Ahora estamos cercadas por las abrumadoras noticias, tenemos información de todos lados y nos llegan los terribles datos de desgracias inmensas. Tal vez la primera de ellas es no escucharnos, y así los líderes de este siglo viven envueltos en presunciones y grandezas aprovechándose de que nosotros vivimos embotados de trabajos mal pagados, que no nos permiten dedicarnos a la contemplación de la belleza. Tal vez por eso, en estos días, se pasea la belleza por las calles envuelta en algo tan moderno como el “relato” de alguien que quiso ser humilde.

 








Este poema pertenece a mi libro Cómo decir deseo





La lluvia


Si no hay Dios nos acostaremos más temprano,
caminarán las gentes sin rumbo por la ciudad,
los puestos de altramuces,
lánguidos y amarillos
regalarán su luz de desengaño.
Si no hay Dios
no tocarán los músicos
ni lucirán sus trajes azules como el agua
de un mar que se retira.
Si no hay Dios las calles húmedas,
dispuestas para el amor y el frío,
para el milagro del fortuito roce
se irán deshabitando
y los tontos, las mujeres y los niños,
todos aquellos que sólo pueden ir
a los espectáculos gratuitos
se irán cabizbajos a sus casas
sin tomar chocolate.
Mientras los mariquitas-azúcar
guardarán con unción
sus deseos para otro año
en que la lluvia
no se empeñe en deslucir
las nubes de incienso.
Si no hay Dios dormiremos
con la sospecha de que nadie
nos cuida,
de que, salvajes, las ambiciones
reinarán por los parques.
Si no hay Dios las niñas dejarán
de ser malas y pérfidas,
ya ninguna podrá ser papisa
como viene siendo costumbre.
Si no hay Dios nos acostaremos
más temprano,
tocaré tu piel de hielo
que quema tanto tanto
y entrará el frío por la ventana
y la lluvia
y, ¿ por qué no?, el deseo
de que Dios renazca
el año que viene
para que los tontos, las mujeres y los niños
tomen chocolate
en la nocturnidad de las madrugadas
de pasión,
para que los mariquita-azúcar
aprovechen los roces furtivos,
para que tú y yo
salgamos a comprar altramuces
mientras paseamos por la ciudad
ordenada, festiva, atenta,
que acoge a los turistas
que siguen las sendas
de las vírgenes apuñaladas,
del crucificado herido.
Y si Dios renace
esconderemos los paraguas
que nos han traído mal fario,
no pasearé sola
por las espléndidas calles
humedecidas.
Si Dios quiere, Dios volverá
el año que viene
con sus fantasías locas
de lo eterno.
Por si acaso Dios no quiere
volver
me agarraré a esta lluvia
y a la luz inmensa de tu entrepierna.



sábado, 2 de abril de 2022

Dibujantas

 


De la Plaza de las Tendillas, el lugar donde las campanadas suenan a guitarra y, en primavera, estalla el azahar, sale la calle Jesús y María, seguida de la calle Ángel de Saavedra, en esa zona se encuentra la librería Luque, el teatro Góngora, el Conservatorio y su chiquillería, la iglesia de Santa Ana y la Casa Carbonell, donde nació el Duque de Rivas, aquel del Don Álvaro y la fuerza del sino. Es una ruta que desemboca en la Mezquita-Catedral, una ruta cómoda pues el enlosado es igualitario y fácil de transitar, sólo hay que dejarse llevar por el placer de caminar cómodamente.

 

            Allí en la Casa Carbonell, casa palaciega y elegante, se encuentra la sede de Vimcorsa (Viviendas municipales de Córdoba) que contiene una sala de exposiciones coqueta y acogedora. Del 24 de marzo al 29 de mayo podemos ver Dibujantas. Pioneras de la ilustración. Ya en 1931, en el Lyceum Club Femenino hubo una muestra de trabajos firmados por mujeres, esta cita de hoy bebe del espíritu del ayer. Para quienes quieran saber sobre ese grupo de artistas, que conformaron un club tan rico intelectualmente allá por 1926, les recomiendo que lean el libro La conspiración de las lectoras escrito por José Antonio Marina y María Teresa Rodríguez de Castro, también pueden ver el documental de las Sin sombrero.  

 

            Y para quienes quieran informarse sobre la hermosura de los dibujos y sus autoras sólo tienen que ver el catálogo que se puede obtener gratuitamente gracias a un código QR.  Los textos son claros y amenos, me encantó el escrito por Ángeles Caso. En realidad se trata de un trabajo delicado, de una exposición, comisariada por Josefina Alix y Marta González Orbegozo, que bebe de los fondos del Museo ABC.

 

            Esta cita en el centro de la ciudad pienso frecuentarla tanto como pueda pues siempre descubres detalles nuevos. Me gustaron las obras de Delhy Tejero: El Clima y La nube nubilla. Pues se trata de la concreción de lo inmaterial, como si fuera un poema de Cavalcanti, el autor que pone Ítalo Calvino como ejemplo de la levedad. Es interesante bucear en la biografía de las autoras y quitarle peso a estos tiempos que se muestran tan tajantes acudiendo a los cauces de la belleza que estas pintoras procuran. Estoy deseando que vengan mis amigas a visitarme y guiarlas por ese mundo hasta ahora oculto de la historia de las mujeres ilustradoras. Después podríamos tomarnos un pastel de limón y echar la tarde entre risas porque hemos encontrado un espejo en que mirarnos.