domingo, 22 de enero de 2017

Los principios



          En junio de 1980 salió a la calle Zyriab, mi primera publicación, todo fue gracias al atrevimiento y a la ayuda de Laurentino Heras, a quien conocí gracias a una psicóloga que se llamaba María Victoria que tenía su consulta en la calle Esperanto, en Málaga. Llegué allí gracias a que mi madre era una pionera en todo, y decidió que yo me explayara por algún lado y que rompiera esta costumbre mía de guardar silencio. En fin, el mundo estaba tan heterosexualizado que a mí me dio por callar.



         La consulta era preciosa, tenía el suelo de madera y un acuario grandísimo donde nadaban peces hermosamente anaranjados, en los estantes del despacho de la psicóloga estaban, completas, las obras de Bruguera Colección Historias Selección. Vaya, que no tuvo que esforzarse mucho la mujer para conquistar mi confianza. Me hizo un test al que tenía que responder Sí o No, eso me pareció absurdo, así que dibujé una tercera casilla a la que le puse ni sí ni no, y dibujé un cuadradito y escribí una equis dentro. Todo eso pasó cuando yo tenía trece años. Se ve que después fui a verla por gusto algún día, porque me agradaba el silencio de la consulta, y la amabilidad con que me trataba, y el respeto que le tenía a mi intimidad, eso último me encantó y me resultó sorprendente. Bueno, el caso es que fui a verla y me preguntó si seguía escribiendo, yo le dije que sí y ella me dio la dirección de Laurentino Heras que daba clases en la Escuela de Magisterio.


Libros de Laurentino Heras


         El Laurentino que yo conocí era hombre fuerte y decidido que leyó mis poemas y me puso en contacto con Aurora Ángeles Romero y nos hizo ver posible lo que tanto deseábamos las dos: publicar. Y así fue como salió Zyriab, con dibujos de Juan Luis Natoli Pinazo, en la imprenta Montes. Y por esta aventura me entrevistaron el 11 de Julio de 1980 en Radio Popular y nos fuimos Aurora, Laurentino y yo a recitar por algún que otro barrio obrero, e incluso fuimos a una especie de fiesta en el seminario donde apareció mi nombre en una hojilla de propaganda, que creo era de la HOAC. Y nos enseñó el escritor Laurentino Heras a mandar nuestro libretillo a las revistas poéticas y esperábamos ansiosas las cartas de respuesta.


Mi primer recital. En el Perchel, Málaga. Se nos rompió el micrófono. Laurentino es el de las barbas. Aurora la que espera su turno junto al escenario, yo soy esa chica tan delgada que está leyendo.


         Y un día guardé la publicación porque me puse hipercrítica conmigo misma y decidí esconder mi obra porque me dio un ataque de timidez. Hoy eso me hace reír.

         Gracias a Laurentino he recuperado las fotos de aquellos años y he tenido la suerte de poder leer su último libro publicado: Mariposas azules y cenizales que me ha llenado de alegría y ternura, y es que hay dos clases de poetas: los que se entienden y los que no se entienden. Pues bien a Laurentino se le sabe lo que dice y mezcla lo concreto de los materiales y las plantas, de los árboles y el amor con la justicia verdadera que se puede tocar. Es poeta del pan y del vuelo, hombre de palabra, y festejo desde aquí que siga tan activo como siempre. Les enlazo su último título por si les apetece hacerse con él, se lo pasarán bien.



         Pues nada, que esos fueron mis principios, y esta historia no estaría completa si no le diera las gracias a mi hermano, que actuó de mecenas y rompió su cerdito de barro para darme sus ahorros e invertirlos en mi pequeña odisea. Y es que éramos unos emprendedores.

Mi hermano, Antonio Miguel, y yo este 25 de Diciembre posando en el puente del río Campanillas, que nunca lleva agua, pero que cuando la lleva, la lleva. El chaleco largo con flecos que visto es obra de la diseñadora Tatiana Petrova.