Desde aquí quiero darle las gracias al Grupo Local Córdoba de Amnistía internacional que ha sido el organizador de la iniciativa y, muy concretamente, a María Jesús Monedero a quien tanto aprecio y quien tuvo la generosidad de dar su voz a algunos de mis textos.
Por mi parte empecé la función con una reivindicación del derecho que tenemos las mujeres a ser ambiciosas.
Derecho
de Ambición
Yo, lo digo bien alto,
He padecido todas las enfermedades:
Las de los viejos marineros,
La de la gente canalla.
Me he rozado con todos los animales
Y conozco sus deferencias.
Yo quiero ser más que yo misma,
Quiero ser también la otra:
La lúcida y bien hablada,
La solvente y cuerda.
Pero no tengo remedio:
Siempre me inclino ante la esquina
Oscura
Y miro en el pozo de las suculencias,
Y hallo, refulgiendo, una amatista.
Tengo derecho a mi ambición,
A un chalet adosado en el cielo de Marte,
A un cariñoso gesto en esa región luminosa…
Yo quiero ser dos
Para dialogar conmigo misma
Y llevarme la contraria.
Yo quiero que mi diosa
Me unja con aceite de Grecia.
Quiero daros todo mi dolor
Y mi forma de andar
Y mi amor por la danza
Sin hacer de ello historia,
Sin hallar recompensa.
Y demostraros que tengo las manos vacías
Y que necesito algo más que dinero,
Que ambiciono
Caminar por la montaña secana
Y levitar sobre los embalses.
Yo quiero tener una página en la historia
Cuando la historia ya no existe,
Y sabemos todas que se ha convertido en un listín
De mediocres.
Yo voy a echar a patadas a esos mediocres,
A los que dicen ley y gramática,
Dieta y espectáculo.
Me he hecho amiga de mí misma
Y, ahora, unida en la lejanía
Vengo a regalar la inquietud que me han regalado.
Ahí tenéis el miedo: saboreadlo
Y, después, reíros de él.
Ya lo confesamos:
Somos todas vulnerables,
Hemos dejado encerrada
La superstición y la conveniencia.
No os preocupéis:
Sed ambiciosas como yo
Y buscad la mejor
noche
Para lucir el jade
Con vuestro nombre familiar.
Estad atentas como las gatas
Al juego benevolente.
Hermanas mías: sed todas ambiciosas,
Que nadie te haga pequeña,
Que nadie te pode la vara de medir nuestros sueños.
De hoy en adelante,
Decídmelo a la cara:
Ambiciosa
Como la dulce Atenea,
Como el calor de mi madre.