sábado, 22 de febrero de 2020

Amelia y Teo

Para Amelia Sanchis y Teo Alises



Esta es la historia de Amelia,
una niña muy trabajadora
que tenía una túnica color amaranto.
Ella quería ser deportista,
campeona de bádminton,
juego que nació en la India
y que en realidad se llama Poona.

Amelia juega cerca del río
con su amigo Teo
y ambos contemplan el paso del agua,
el fluir del aire que se colaba
en su linda cabellera
negra azulada
como las noches de Madrás.

Teo y Amelia se conocieron
una tarde en que todo era narrativa:
el vuelo de los vencejos,
el tacto de las uvas,
las caricias de los gatos
y estos versos.

Ellos pensaron que podían
cambiar el mundo
y hacer cosas hermosas y sencillas.
Así que decidieron
no darle importancia a las opiniones ajenas,
esas que están llenas de rencor,
por eso se entrenaban todas las tardes
jugando con el volante de plumas
y sus raquetas preciadas.

Teo era un niño que había nacido
niña, un transexual, vaya.
Y Amelia era abogada,
y le prometió que lucharía
para que él llevara
el nombre que le viniera en gana,
y se vistiera como quisiera
e incluso que se afeitara si a Teo le hacía ilusión
jugar con la espuma blanca.

Para ser más fuertes
se entrenaban todas las tardes
y hacían piruetas
y daban golpes desmedidos
que hacían sonreír a la luna.

Amelia tenía una túnica color amaranto
con la que se vestía los días de fiesta
y se paseaba contenta
como si fuera por las montañas del Tíbet.

Teo y Amelia son amigos míos,
deportistas de pro,
personas valientes e intrépidas.
Yo respiro mejor desde que sé
que ellas despiden la luz
y les dan la bienvenida a la noche,
cerca del río,
bajo la jacaranda malva
y el fluir del agua amigable.