domingo, 12 de febrero de 2017

Levedad



       Hubo un tiempo en que se hizo famoso Milan Kundera y la gente lo leía con fruición, después se empezó a decir que era insoportablemente leve, ¿pero acaso la levedad no es una de las cualidades queridas por Italo Calvino? Sí, Italo Calvino el de Seis documentos para el próximo milenio. Perdón, me he equivocado, el título exacto es Seis propuestas para el próximo milenio. Hay diferencia entre un título y otro ¿eh?, el segundo es más dialógico, ¿verdad? No sé en que estaría pensando.

         Bueno, volviendo a Milan Kundera, tengo que decir que a mí es un autor que me gusta, y que me ha llevado a otros autores centroeuropeos haciéndome viajar por unas tierras para nosotras tan desconocidas, nosotros que estamos obsesionados con el Mare Nostrum e ignoramos los saberes del Danubio, por ejemplo, como bien enseña el marido de Marisa Madieri. En fin, habría que hablar mucho del tema y nombrar, por supuesto, a Wislawa Szymborska.

         Pero hoy, aparte de la primavera que se acerca, de la hermosa luz que se cuela por las ventanas, de las delicias de pasear por los Jardines de Orive y seguir el laberinto del Barrio de San Agustín, o de tomar el sol contemplando las garzas del río… Hoy quiero hablar de Milan Kundera, y aconsejarles a los muchachos que se pelean la lectura de Un encuentro, y si no se quieren leer la obra entera porque tienen prisa, eso ya lo han demostrado con su forma de hablar como si masticaran las palabras, como si las trituraran… y si no quieren leérsela porque no tienen tiempo de escuchar, les diría que se leyesen sólo el capítulo titulado “La enemistad y la amistad”.

         Y si es que tampoco tienen tiempo de leer cuatro hojas porque a lo que están acostumbrados es a ciento cuarenta caracteres les diría que, por favor, reflexionen un poquito sobre esta cita de Kundera: “Hay un tipo de relación humana para la que, en checo, se emplea la palabra sudruzstvi (sudruh: camarada), o sea ‘la amistad entre camaradas’, la simpatía que une a aquellos que comparten la misma lucha política. Cuando desaparece la entrega a la causa común, también desaparece la razón de la simpatía. Pero la amistad que está sometida a un interés superior a la amistad no tiene nada que ver con la amistad.”


         Yo creo que deberíamos enamorarnos todos, que deberíamos enamorarnos todas, con ese amor que provoca la amistad, ese amor tan irresistible que hace irresistible al buen amigo, a la buena amiga, y que permite jugar sin fin con las palabras o con los mecanos, que nos permite bordar entre compañeros, saltar a la comba o escribir documentos. Pero ¡ay!, el mundo masculino es duro, ya sabemos de sus exigencias y medidas, de la poca flexibilidad y de la importancia de los alcances y las metas. A veces me pregunto si nos interesan hombres como estos, tan bragados, que se decía antes. Y, mientras pienso, observo los almendros que ya están por florecer, que falta poco, para esa vista alegre y perfumada, como la amistad necesaria para construir desde el presente, porque si no se construye desde el hoy y con respeto estarán repitiendo caídas y buscando sólo senderos de gloria, y ya lo dijo Thomas Gray: “Los senderos de gloria sólo llevan hacia la tumba”.